La realidad de las cosas no siempre es evidente a primera vista.

domingo, 3 de mayo de 2009

Listas infames y niños matones

No sé si son mis nervios, pero el cielo ya no es lo que era. La gente no cumple con su palabra, las lealtades de toda una vida se tiran a la basura y no se distingue una conducta buena de una mala. Cual plaga contagiosa, la moda de publicar listas de ricos y famosos no cesa; toca el turno en Nueva York a la revista Time que publica en su última edición una lista de las 100 personalidades del mundo que incluye desde el presidente Barack Obama hasta el estafador Bernard Madoff; las Poquianchis no entraron porque ultimamente sus acciones en Wall Street andan un poco de ala caida; Rick Stengel, editor de Time, señala que "no se trata de una lista de la gente más poderosa del mundo, tampoco de una lista de la más inteligente, sino de la gente más influyente" y que por eso figuran el narcotraficante mexicano Joaquín Guzmán o Bernard Madoff, de 71 años, un par de traviesos sin igual: narcotraficante y estafador en Wall Street de altos vuelos.
Un problema serio debe estar ocurriendo en el cerebro de quien procesa la idea de hacer una lista de personas "influyentes" en el mundo y poner en la misma mesa al actual presidente Obama, al Chapo Guzmán y un estafador. Con ese parámetro es probable que hagan un concierto para rendir honores a Hitler y a Stalin porque fueron muy "influyentes" en la vida de la gente. En efecto, la gran guerra de 1939-1945 se llevó la vida de 20 millones de personas y Stalin en su colectivización de la tierra y demás mecanismos locos y sanguinarios tomó la vida de otras 20 millones de personas. Muy "influyentes" debe concluir el New York Times.
Bien podrían hacer dos listas y poner a cada quien en su lugar: fame & fortune / infame & misery. Pero no funciona así y meten en el mismo saco situaciones de diversa naturaleza con el consecuente riesgo de no distinguirlas. Una explicación amable consiste en que el colesterol haya saturado cerebro de ciertos editores en los Estados Unidos y actúan en consecuencia con los valores de la sociedad en la que viven, que se muestra incapaz de controlar sus excesos y distinguir una piedra de la arena. El mensaje del New York Times es perturbador: se pone al mismo nivel a un presidente de la república y su esposa con un narcotraficante y un estafador de montos millonarios. Al hacer esto, muestra que que no distingue entre la comida y la basura (claro, la basura reciclada vale oro, pero no puedes comerla) entre un veneno y una medicina, la construcción de un país y su incendio, explotar e invadir un país y apoyarlo. Así de mal andan las cosas y alguien debe poner fin a estos excesos de los que luego sabemos que les truenan en la mano.
¿Habrá alguna relación entre estas infames listas de "famosos" y los niños matones norteamericanos que acribillan con armas de alto poder a su comunidad educativa?

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