La realidad de las cosas no siempre es evidente a primera vista.

martes, 25 de agosto de 2009

De pantanos a pantanos


Hay plumajes que cruzan el pantano y no se manchan
Mi pantano es de esos

Si se acepta que una habilidad (deseable desarrollarla) que corresponde a la inteligencia social (u lo que sea) es adaptarse al contexto (personas, tiempos, lugares y circunstancias) y al código de comunicación que le corresponde. En tal sentido, lo propio es hablar (comunicarse en el sentido más amplio) conforme al código. Sobre a la cuestión de los términos que se señalan como "impropios" o "incorrectos" entiendo que se refiere que son impropios en un contexto específico pero que pudieran ser apropiados en otros. Lo idóneo entonces es hablar con la banda en lenguaje de la banda y conducirse con la etiqueta formal en los espacios que correspondan. Si un profesor universitario llega a su clase en el campus y se expresa con un lenguaje más propio de un cholito viene-viene, de un ayudante de albañil, de un merolico de la Buenos Aires o de un aprendiz de mecánico, probablemente más de alguna persona levantará una ceja y se dirá: "¡Peeeeeeeeeeeeeerdón!" Si el mismo profesor llega al convivio de fin de semestre con su mismo auditorio del caso antes puesto, que tiene lugar en una cantina sórdida del lugar (como el Mascusia en Guadalajara y el equivalente en cada terruño de este suelo patrio) y si pretendiera mantener un lenguaje florido en formas, académico y técnico, probablemente sería materia de la carrilla más densa del semestre.

Podría afirmarse que nuestro cerebro ha generado diversos términos que en principio se refieren a las realidades mismas realidades pero que por el contexto adoptan formas distintas. Una mayor inteligencia es adaptarse al medio y aplicar los recursos que tocan. El exhorto es que a la cantina que fueres, toma lo que vieres. En el contexto que te muevas, sobrevive con los recursos más idóneos. Algunos ejemplos pueden ilustar lo atnes dicho. Primero se menciona el término formal e ilustrado, luego se da paso a una primera versión llana y en tercer lugar se pone la versión de chispa y lodo:

Entonces, Entons, Tons¿Sabes qué?, Sasque?, Eyta (versión metafísica campirana en los Altos de Jalisco)
Peor, pior, pioooooooooooooooor (o sea, más pior todavía)
Pepsi, Pecsi, Peisi (Esta la escuché muchas veces en mi tierna infancia en Tepa)
Pizza, picsa, pisaVerdad, verdá, vedá y edá (estas dos últimas las usaba cuando a mis 7 años pretendía corregir a alguien... era de lo piooooooooooooooor, pues.
Pantuflas, pantunflas... (la versión de chispa de esta chingadera no aparece porque entre en algunos sectores sociales esta zapatilla no es común)
Tejocotes, tecojotes (esto es más bien un albur propio de Pepe Morales; Pepe tiene la habilidad de soltar hasta tres albures en dos renglones sin que su interlocutor pueda enterarse) edad, edá, eeeeeeeeeeeeeey (esta es muy jalisquilla: sirve para afirmar, confirmar y ratificar, con su variante piadosa: verdad de Dios. En esta forma, incluso se sube el tono de voz dos notas a partir de la segunda sílaba. Verdad de Dios que la escuché bieeeeeeeeeen mucho en el rancho cuando era yo chiquillo)
Pues, pos, pó (Esta última tiene la particularidad que se enfatiza con un gesto de cara y la pronunciación) Su variante: No, po hí = No, pues sí.
Cerca, cercas
Negocia, negocea
Nada más, nomás, namás, nomá
Nadie, nadien, naiden
Restaurante, restorán
Perspectiva, prespectiva
Voltear, voltiar
Plateado, platiado
Chiapas, Chapas
Toalla, tualla
Diferencia, diferiencia
Supón que... pon tu que
Cafés, cafeses
Fortísimo, fuertísimo
Hoy, ahoy
Cuánto, a cuánto
Cómo, a cómo
Zanahoria, zanoria
Maguyar, mayugar
Guardar, aguardar
Pared, pader
Antes, endenantes
Entendiste, entendites
Fuiste, juites
Dejaste, dejates
Aunque, manque
Pues, puesn
Nunca, nuncamente (grotesca referencia a "never mind"; la expresión "nuncamente" es común en Zapotlán el Grande y la difundió con mexicana alegría Alberto Cárdenas Jiménez siendo gobernador de Jalisco; la chispa es que lo decía con enjundia y un poco encabronado cuando le picaban los chicos de la prensa. Alberto Cárdenas es sublime para hacer el ridículo y no se ve que le afecte en modo alguno)
¿Y qué decir de los pecados capitales jalisquillos? Ira, edá, ey, alza, ocupo... sublimes como la torta ahogada de Guadalajara.

Hace unos meses intenté colaborar en un programa universitario de apoyo a estudiantes para titularse de licenciatura: al coordinador del programa sentí que le caí en el hígado recién lo traté y desde el inicio sospeché que no iba a prosperar la cosa conmigo. En la primera entrevista me sacó un correo electrónico que le envié para pedirle una cita, que imprimió y tachoneó con tinta roja, como si fuera mi asesor de tesis y mi corrector de estilo de mi tesis de maestría; sin piedad me reprochó la falta de estructura, la violación a 27 reglas de la Real Academia de la Lengua Española, mi falta de coherencia y mi pleito con los puntos. Probablemente estaba muy enfadado conmigo por insistirle a su jefe que me diera una oportundiad. Por supuesto que no llegué más allá del siguiente paso y en la última entrevista (a la que acudí pensando que sería una conversación un poco informal) me sacó una lista de 20 preguntas que para responderlas, me implicaban procesos de memorización y el uso muy preciso de términos del programa, además de la descripción de un procedimiento de 12 pasos para titularse en la universidad: este examen lo reprobaría un funcionario de la mismísima Secretaría de Educación Pública que acaso cayera en la garras de este coordinador si se atreviera a venir a supervisar el programa. Me cai. Tardé como dos horas en sudar frío, tratando de entender la movida y un poco distraido en contar cuántos derechos estaban siendo violados con una evaluación no acordada, aceptanda ni menos notificada, además de que hacía mucho que no me humillaban de esa forma. Sobra decir que este don coordinador ni siquiera se tomó la molestia de avisarme que a sus ojos era un indigno mortal, que había llegado muy lejos y que era un violador de lo más sagrado de la Real Academia de la Lengua Española en mis vulgares correos electrónicos corregidos como si fueran capítulos de tesis doctoral. No fui digno ni siquiera de una humillación más. Alégale al árbitro (antes se decía "gánale al PRI" pero ya no aplica)

Esta pequeña historia me sirve para señalar a las y los miembros de la patrulla ortográfica, sintáctica que siempre que quieran ejercer sus facultades de corrección y buen gusto, pidan al interesado la quisiera recibir. De otro modo, se exponen al oprobio o una burla. Si chucha, como digas: pero me entendiste.

Finalmente, una apología para las malas palabras: este a veces incomprendido recurso tiene su lado bueno: sirven para desahogar sentimientos, cobrar cuentas de otra forma incobrables, es una alarma de para avisar que los límites ya se rompieron o están a punto de estallar... Bien usadas, incluso suplen los golpes; también es de notar que hay ámbitos en la sociedad que opera bajo el lema de "Para qué hablar si podemos arreglar el asunto a golpes." En tal situación las malas palabras realmente son piropos y caricias.

Aportación cultural de

Miux