La realidad de las cosas no siempre es evidente a primera vista.

miércoles, 12 de noviembre de 2008

A especular, pero poco y del chico

La hermana república del narco. Cual historia de quimeras muestra, con reportes de diversos lugares del país a propósito de la lucha contra el narco y la delincuencia organizada, un aspecto de lo más perturbador de la realidad: una república paralela.

Poco a poco, juntando tepalcates de piñatas y vidas rotas como daños colateres de la guerra contra el narco, se arma un mapa casi encriptado. Se trata de un poder que en ciertos puntos parece superar al poder del estado republicano que dice seguir imperando en la sociedad. Este poder tiene directivos ejecutivos, inversionistas de alto nivel y mandos medios, personal de tropa que usa instituciones públicas y privadas a su entero y discreto servicio. Este poder cobra impuestos, tiene inversiones y fondos en el sistema financiero y económico, preparó y sigue preparando a sus cachorros en diversas universidades, empresas y organismos públicos cual quimeritas en engorda, aprendiendo el oficio para ponerlo al servicio de los jefes. Pagan músicos para que les hagan sus himnos que se cantan con mexicana alegría (vulgo narcocorridos, fieramente defendidos por ilustres intelectuales y antropólogos por ser "la voz del pueblo") tienen gasto social y ayudan a muchas causas sociales (que unas veces saben y otras no, el origen de los fondos) y se rigen por un sistema de lealtades que hasta hace poco tiempo era digna de las mejores tradiciones (luego se descompusieron, como la de aniquilar familiares de enemigos militantes de otros grupos); la guerra que parece escenificarse en el país del gobierno contra el narco, según se ha insistido por algunas voces, es en realidad una guerra entre diversos grupos (o cárteles, como les llaman algunos, queriendo que suene un poco más sofisticado y extranjero y menos descriptivo del hecho de que se trata de la delincuencia organizada, esto es, más peligrosa que la delincuencia dispersa, de la perrada. "No soy ratero, soy un ladrón profesional" decía un sujeto con voz engolada que se preciaba de haber robado casas de personas muy importantes en el país, hace meses al ser detenido, luego de operar muchos pero muchos años)

En el fuego cruzado entre los grupos de la delincuencia organizada golpea a organismos del gobierno que trabajan para cada uno de ellos. Son frecuentes y escalofriantes los reportes sobre los infiltrados en el gobierno por el narco y las diversas ramas de la delincuencia. Este asunto evidencia al menos dos aspectos importantes en la vida de este país:

1) La cuestión de la eficacia y la eficiencia de los diversos órganos del gobierno tiene en realidad una base más primitiva: la casa necesita estar limpia de infiltrados, incompetentes y recomendados sin capacidades para el cargo; todo esto se precisa para poder hacer hacer su trabajo en principio. El problema es realmente más grave de lo que parecía inicialmente en este sexenio.

2) Probablemente son mis nervios, pero estoy cierto que desde el punto de vista moral es posible detectar, valorar y dar seguimiento al perfil moral de los funcionarios públicos de tal manera que en corto tiempo se puede detectar el manejo de su sistema de lealtades y se puede advertir si en realidad milita en el grupo equivocado.

Bueno: esta es una mera especulación, formulada al calor de un café, sobre la que no tengo ninguna evidencia empírica. Si la tuviera, probablemente no estaría aquí de ocioso, gastando mi tiempo miserablemente escribiendo una novela sobre quimeras... tan perturbadoras como la caricatura publicada en algunos medios de comunicación el día anterior del avionazo, cuyos reportes "oficiales" son una extraña mezcla de las películas "Crónicas de Narnia" y "Canoa."

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